jardines






Estos jardines pueden venir como anillo al dedo a las casas contemporáneas actuales, y me gustaría ponerlos en mi casa.

El arte japonés descubre y admira la belleza, por un lado en la forma natural y casual, y por otro en al forma perfecta creada por el hombre.

Esta superposición constante de lo metódicamente racional y lo casual, del ángulo recto y la forma natural, se puede ver en todas las facetas del diseño japonés. En el arte japonés se intensifica el efecto de ambos principios (aquí lo que crece de forma natural, “lo informe”, allí lo ortogonal y racional) como las formas opuestas de la figura china del Yin y el Yang.

Ninguno de los dos principios tendría tanto impacto por si sólo. Sin el contraste de un marco visual ortogonal (como se ve en las fotos) o un fondo reticulado, algunos fragmentos de rocas, por mucho cuidado que se hubiera puesto en su elección, difícilmente podrían reconocerse como un jardín (el culmen de esto es el jardín Ryoan-ji, al que pienso dedicar un artículo completo próximamente). Por todo esto, el jardín en Japón no se puede estudiar al margen de la arquitectura. El contraste con el orden casual de la naturaleza refuerza el orden racional del ángulo recto y viceversa.

Ejemplos, de esto que digo de esta “manipulación” de la naturaleza hay muchos, los setos cortados en forma de tortuga, de la foto de arriba (templo Manshu-in), las montañas artificiales como se ve en la foto de abajo (castillo Joju-En)



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